Lo que no se mide, no se puede mejorar.

En parte esta afirmación es correcta y en parte no. Soy partidario de llevar un control sobre ciertos aspectos del entrenamiento y la alimentación, pero cuando llevas un tiempo en esto, no es necesario ser tan meticuloso con algunos detalles.

Me explico.

Al principio cuando no sabes ni plantear una buena alimentación, recomiendo contar calorías para saber más o menos en qué rangos nos estamos moviendo y saber interpretar de forma aproximada lo que supone llevarse a la boca un puñado de frutos secos, una fruta o cocinar un vaso de arroz.

Hasta ahí todo correcto.

Ahora bien, cuando llevas un tiempo registrando todo y ya sabes en qué calorías te mueves tanto para subir como bajar de peso, todo se hace bastante más llevadero.

Ya no hace falta llevarse la báscula de viaje ni preparar los platos de forma tan meticulosa.

Lo mismo ocurre con el entrenamiento.

Al principio no sabes que peso debes elegir para hacer 10 repeticiones con intensidad y llegar cerca del fallo.

Tampoco conoces la sensación de terminar un entrenamiento habiendo progresado, pero sin haber frito el SNC por el camino. Con el tiempo esto cambia.

Conoces bien tu cuerpo y sabes autorregularte. 

No hace falta que descanses x minutos exactos, ni que utilices un peso determinado, porque dependiendo del día, cómo hayas descansado y cómo vaya la programación, puedes adaptar el entrenamiento.

Las calculadoras que planteo en esta sección te van a ayudar a dar esos primeros pasos de forma sencilla, pero son algo secundario si llevas años entrenando.

Además, son cálculos basados en estimaciones y es por ello que los deberás ir ajustando en base a mediciones y sensaciones.

Si tienes alguna duda o alguna otra calculadora en mente que pueda ir implementando, soy todo oídos. Me lo puedes hacer llegar a través del formulario de contacto.


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